LAS SIRENAS

Emparentadas con las xanas y encantadas a nivel funcional y simbólico, hasta tal punto que muchas veces es difícil discernir entre unas y otras en el análisis de los relatos orales, las sirenas o serenas pueden ser de agua salada o de agua dulce; es decir, aunque se consideran que son esencialmente seres marinos también se encuentran a veces en los lagos, en los pozos y en los ríos. Sin embargo, su carácter moral suele ser considerado negativo y perverso y se las asocia comúnmente con la seducción de jóvenes marinos a los que atraen con sus cantos a las costas peligrosas para que naufraguen y mueran en ellas.
El más famoso relato literario acerca de las sirenas es el de Homero en el canto XII de La Odisea, que muestra las andanzas de Ulises tras escapar de la isla donde había sido retenido por la maga Circe. Sabedor del peligro de escuchar el canto de las sirenas, Ulises tramó la estrategia de tapar con cera los oídos de sus compañeros, y de hacer que le atasen a él al palo mayor de su nave, lo que le permitió ser el primer hombre que escuchó el canto de las sirenas sin arriesgarse a un seguro naufragio.
Por otra parte, y aunque su imagen más extendida es la de mujer con cola de pez, en las representaciones más antiguas aparecen con cuerpos y extremidades inferiores de ave. Así se muestran en varios testimonios literarios y en numerosos vasos cerámicos, esculturas y representaciones griegas donde aparecen como seres demoníacos, con cuerpo y patas de pájaro y cabeza humana que a veces podía ser de mujer con largos cabellos y otras veces de hombre con barba. Habría que esperar a los inicios de la Edad Media para que - a partir de los siglos VIII y IX - la iconografía de las sirenas comenzase a mostrar colas de pez o de serpiente. Normalmente se las representa bien tañendo diversos instrumentos musicales o bien peinando sus cabellos y portando un espejo con el que vigilan permanentemente su aspecto.
Aunque las sirenas nacieron de la imaginación de poetas griegos antiguos, la tradición que éstas inspiraron se transformó y se desarrolló con el paso del tiempo, particularmente bajo la influencia del folclor nórdico.
La leyenda de las sirenas se popularizó rápidamente; se extendió por toda Europa y llegó incluso a territorios muy alejados, como la India, Rusia y Japón, pasando después a América.
Algunas de las historias las representaban crueles, como la de Ulises, y otras las describían dulces y amorosas, como en el caso de Ondina, que según el relato apareció en la costa de Francia.
Las leyendas irlandesas e inglesas hacen todas referencia a la presencia de sirenas a lo largo de sus costas, mientras que la mitología germánica las ve surgir de la espuma de las olas. La tradición bretona relata que Ahez, hija del rey Grallon, habría sido sumergida en las aguas por haber entregado la ciudad de Ys al diablo y a las olas, y se habría convertido en sirena. Saxo Grammaticus, un cronista de los siglos XII y XIII, describe por su parte el combate del rey danés Hadding, hijo de Gram, contra un monstruo acuático, mitad hombre, mitad pez. Donde se pesca a un hombre-sirena.-
Las representaciones de las sirenas se multiplican durante la Edad Media y se transforman en uno de los temas favoritos de decoración de los manuscritos. Hacia el año 1200, el cronista inglés Ralph de Coggeshall hace el siguiente relato: "Durante el siglo pasado, bajo el reinado del rey Enrique II, unos pescadores de Oxford, capturaron en el Canal de la Mancha a un hombre desnudo, que nadaba con soltura bajo el agua. Encerrado durante varios dias, éste se alimentó principalmente de pescado.
No pronunciaba la más mínima palabra, aún bajo las peores torturas. Vuelto al agua, rasgó la red que lo retenía y consiguió hacerse mar adentro. Después de un tiempo, volvió a la orilla y vivió durante dos meses entre la gente de Oxford antes de volver definitivamente a su elemento natural."
Mientras se encuentra frente a las Antillas, el navegante genovés Cristobal Colón, cree divisar tres de estas criaturas que bailan en el agua. Son feas y mudas (en realidad, manatíes), pero él descubre en su mirada como una "nostalgia de Grecia".
En 1869, en las Bahamas, seis hombres que se dirigen en canoa hacia una bahía divisan una sirena de una deslumbrante belleza, con los cabellos azules flotando sobre sus hombros y las manos hendidas. Esta emite unos gritillos de sorpresa al ver a los marinos y desaparece poco después, sin dejar que se acerquen. Los fabricantes de sirenas.- El sentido comercial de algunos pueblos asiáticos contribuyó igualmente al desarrollo de la leyenda. Incluso se edificaron fortunas con la venta de curiosidades a los europeos: monstruos fabricados con la ayuda de pedazos de animales, simio y pez. Asimismo, en Djibuti, el esqueleto de una auténtica sirena es vendido a unos norteamericanos. Por supuesto, se trata de una falsificación hecha por unos comerciantes ingeniosos. Este mito tiene versiones más o menos iguales en casi todos los países, no sólo europeos sino también a nivel mundial.
También en España, por supuesto. Así, entre otras similares que podemos hallar en la mitología popular de los pueblos costeros españoles, podemos citar por ejemplo a la sirena asturiana, que también es mitad mujer y mitad pez. En esta región se conservan pocos relatos de este tipo de elementales, aunque no faltan en la costa diferentes recuerdos de lo que eran estos seres. Para algunos se trataba de seres terribles provenientes de los pueblos del mar, los había machos y hembras, y con sus cánticos provocaban terribles tempestades y espantaban a los peces; hacia la Edad Media esta especie proliferó en demasía y ello hizo que los pueblos pescadores intentasen acabar con esa auténtica plaga.
Sin embargo, estas historias apenas son recordadas en los lugares donde sucedieron tales crónicas y en la actualidad se sigue recordando a la sirena como una mujer pez, más emada con la Xana de las aguas continentales o con otras muchas ondinas o 'damas de las aguas', presentes en buena parte de la geografía española.

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